24 de junio – Restituyen los restos mortales de Mariano Rosas

24 de junio – restituyen los restos mortales de Mariano Rosas. Luego de casi 12 años de diversas gestiones a nivel nacional, provincial y municipal y también una profunda concientización hacia adentro, se logra la restitución de los Restos Mortales de Panguitruz Nürü, uno de los más grandes Lonkos de la Nación Mamülche, desde el Museo de La Plata, donde estaban depositados.

Los integrantes de la Nación Mamülche, junto a hermanos de toda Argentina y especialmente del Sur, acompañados de un amplio espectro de no indígenas de todo color, raza y religión así como de todos los colores políticos, rindieron un merecido homenaje al Gran Jefe, demostrando en forma práctica que es posible la Unidad en la Diversidad. Fuente: «Germán Carlos Canuhé».

La Ley 25.276 Dispuso el traslado de los restos mortales del cacique Mariano Rosas, Panguitruz Nürü, depositados en el museo de Ciencias Naturales de La Plata, a Leuvucó, Departamento de Loventuel, Provincia de La Pampa.

Mariano Rosas = Panguitruz Nürr = Panquitruz Gner = Paguithruz Güor = Panghitruz Güor = Panguitruz Nürü


Ubicación de Leuvucó en Google Earth: -36.0668282303, -65.4454629563


HISTORIAS DE NUESTRA TIERRA
130 años sin Mariano Rosas

Panguitruz Nürü, (Mariano Rosas) falleció el 18 de agosto de 1877. Germán C. Canhué, uno de los referentes del pueblo Ranquel de La Pampa, conmemoró la fecha en un escrito del cual transcribimos la mayor parte.

Fue uno de los grandes lonkos del Pueblo Rankül. En un ataque que llevaron a cargo de Pichún contra uno de los lonkos, Yanguelén, que se había “pasado a la civilización”, fue apresado. En Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, cuando supo que era hijo del lonko Painé Nürü, lo bautizó como Mariano Rosas y lo destinó a la estancia El Pino. Allí permaneció alrededor de 8 años y aprendió todas las habilidades en las tareas del campo. A pesar de ser hijo de Painé y una cristiana, fue más fuerte el lado indio y apenas pudo, escapó.
Con el tiempo llegó a ser Lonko Principal, gobernando la Nación Mamülche con gran firmeza y sabiduría, tanto en la guerra como en la paz. Cuando su padrino Rosas, previo envío de cuantiosos regalos y recriminándole el haberse escapado, lo invitó a visitarlo, Panguitruz consultó a las mujeres sabias. Éstas le predijeron grandes desgracias para la Nación si volvía a tierras cristianas. Así fue que cuando se veían obligados a invadir, el acompañaba a las fuerzas hasta un cierto límite y desde allí era su hermano Epu Nürü el que comandaba las acciones.
Luego de su muerte, en 1877, Epü Nürü heredó el cargo.
En 1878 comenzó la invasión por parte del ejército de ocupación del Estado Argentino. Llegados a Leuvucö, paraje donde estaba la jefatura Nürü, Epü Nürü logró escapar. Racedo ordenó desenterrar los restos mortales de Panguitrüz y se los entregó a Estanislao Zeballos. A su muerte son donados al Museo de La Plata.
En el año 1988, Lorenzo Cejas Pincén, descendiente del Lonko Pincén, de Trenque Lauquen, ve cómo se despedaza su sueño de unir en un mausoleo los restos mortales de ocho grandes jefes que a la sazón estaban en el Mueso de La Plata. En un encuentro con Canhué, ranquel de la tribu de Ramón Cabral, El Platero, y descendiente de él por vía de una de sus hijas, Manuela Cabral, casada con Miguel Canuhé, su abuelo, y que estaba abocado a la reorganización del Pueblo Ranquel en La Pampa desde 1983, le comentó su desazón. Canhué anota la numeración de los restos mortales de los jefes que poseía Pincén, y decide iniciar la repatriación de los restos de Panguitruz.
Primero se creó la “Organización Aborigen Mariano Rosas”, en homenaje al jefe, que es el primer reconocimiento oficial a la existencia de indios en La Pampa, negados hasta entonces. En 1992 el Museo de La Plata se opone a la entrega de los restos de Mariano a la Provincia de La Pampa que por su cuenta había iniciado dicho trámite. Canhué apoya al Museo diciendo que ninguna provincia tiene derecho a reclamar restos indios, que ese derecho es de los deudos o del Pueblo al que pertenece. Que hasta que el Pueblo Ranquel pueda traerlos, sigan donde están.
En 1996, en cinco parlamentos realizados en todo el ámbito provincial, Anamaría Domínguez Rosas, descendiente de Calvaiú, hermano de Mariano, instala el tema de si el Pueblo está de acuerdo en que vuelvan los restos a Leuvucó, de donde lo sacaron, logrando total acuerdo. Pasado el disgusto oficial, se acercan las partes y deciden trabajar en forma mancomunada para lograrlo. La intendencia de Victorica construye el camino vecinal que atraviesa la Laguna de Leuvucó. Mientras tanto, gracias a un gran trabajo de un amigo de los ranqueles, el historiador José Carlos Depetris, se logra establecer el paradero de un bisnieto de Mariano, Armando Rosas, en General Acha.
En 1988 Canhué es informado por la Comisión de Población y Desarrollo del Senado de la Nación sobre e ingreso de un proyecto del diputado Maurette, para que los restos de Mariano, junto con los de Calfucurá, sean trasladados a la localidad de Toay, a pedido de una supuesta “nieta” del gran jefe ranquel. Con la absoluta seguridad de que no podía estar viva ninguna nieta de Mariano, fallecido en 1877, Canhué responde: “Es falso. Paren todo, va documentación”.
El camino vecinal estaba muy avanzado, ya estaba el descendiente legítimo, faltaban aún muchas cosas pero lo que menos se esperaba es que apareciera una nieta. Si era así, bienvenida, pero la más elemental lógica nos decía que no podía ser. Supimos que el diputado Maurette emplazó a la “heredera” a presentar pruebas de su filiación, cosa que por supuesto no ocurrió. Esto abrió el camino para nuestra presentación. Hicimos más. Convocamos a un Gran Encuentro en General Pico, apoyados por la Fundación Raíces, donde cerca de cien ranqueles de toda la Provincia ratificamos la decisión de que los restos nos sean retornados y enterrados nuevamente en Leuvucó.
El intendente de Victorica hizo filmar el acto en Leuvucó. Así fue como fuimos convocados a presentarnos en el Congreso ante la Comisión de Población y Desarrollo, para lo que viajaron expresamente Anamaría y Depetris, donde lograron que se apoyara la repatriación desde La Plata a Leuvucó por unanimidad.
No todo terminó ahí. La Comisión de Cultura del Congreso se negaba a tratar el proyecto de ley de repatriación de Mariano por que el Museo de la Plata no quería entregarlos aduciendo que si lo hacía y se sentaba el precedente corría el riesgo de “quedarse sin huesos”. Otra vez Canhué tuvo que movilizarse para que las ONGs pidieran al Museo la restitución que finalmente se aprobó.
Para la etapa final hubo apoyo de varios funcionarios, como el vice Ministro de Desarrollo Social de entonces, Gerardo Morales, que allanaron todas la dificultades, tierra (dos hectáreas), alambrado, Tango 1, para que 18 hermanos y hermanas, entre lonkos ranqueles y descendientes de Mariano, trajeran los restos desde el Museo de La Plata hasta Santa Rosa. La Municipalidad de Victorica hizo lo suyo y el Gobierno de La Pampa aportó todo lo necesario dentro de la provincia, incluso la financiación del monumento en madera de caldén, tallado por el artista ranquel Marcelo Casto.
Fueron 12 años de lucha pero valió la pena cuando 5.000 personas se hicieron presentes, a recibir los restos de quien nació, vivió y murió en Leuvucó, lugar del que nunca debió salir.

Un Mariano que no era

El historiador José Depetris publicó en el suplemento Caldenia (junio de 2002) una nota que llamó “Una errada iconografía”, en la cual hace referencia al equívoco histórico sobre un supuesto retrato de Mariano Rosas, aparecido en la tercera edición de “Una expedición a los indios ranqueles”, la famosa obra de Lucio V. Mansilla.
En aquella nota Depetris aclaraba que con la edición de 1890 “se origina el equívoco que hasta la actualidad desprevenidos editores o historiadores fritan y refritan con singular insistencia y mínima información cuando tratan de ponerle rostro a quien fuera personaje central de la obra, Mariano Rosas, quien jamás posó para un fotógrafo.
Llamado el artista J. Bouchet a ilustrar la tercera edición, introdujo intercalado en el texto, algunos grabados de escenas o personajes relativos al relato y además creyó oportuno agregar algunos “retratos” –como se denominaba entonces a las fotografías- de los personajes indígenas de mayor relevancia. Con este propósito, trucó los de los dos mas importantes y caracterizados: Epumer y Mariano Rosas.
Ambos, con modificaciones en la indumentaria pero manteniendo puntillosamente la fisonomía fueron tomados de una fotografía grupal realizada en Buenos Aires en 1885 por un cronista de “La Patria Argentina” a Namuncurá y su familia, entre quienes figura su hermano Carumanñque Curá.
Así, Namuncurá pasó a ser para la posteridad por una falacia iconográfica, el célebre Epumer, que para esos días moría como humilde peón en una estancia del Bragado. Y Carumanñque Curá por su asombroso parecido a la descripción dejada por Mansilla encarnó para los lectores al gran paisano ranquelino Mariano Rosas.”

Nota publicada en la edición Nº 102 (octubre de 2007) http://www.primerodeoctubre.com.ar/Archivo/historia/marianorosas.htm


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Santa Rosa, Prov. de La PAMPA,
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